CAPITULO DÉCIMO.- Rayos Terrestres

La Sociedad Médica de Alemania, creada para combatir el Cáncer, ha tenido ocasión de comprobar los maravillosos resultados de las experiencias hechas por el Doctor von Pohl.

Este Sabio, ha conseguido localizar ciertas corrientes terrestres o determinadas influencias magnéticas que provienen del subsuelo, mediante las cuales dio a conocer que la leyenda popular de Casas malsanas o vulgarmente embrujadas, no es simple superstición, sino una triste realidad efectiva. Por el indicado procedimiento demostró que el Cáncer se propaga en algunas casas o barrios de poblaciones donde asciende, desde el suelo, una radioactividad de mala índole, cuya influencia alcanza también a que se propaguen otras enfermedades como la Diabetes, el Reumatismo e infinidad de afecciones que atacan al sistema nervioso. Si hacemos cambiar de domicilio a los enfermos que padecen las influencias malsanas de estos lugares, vemos que curan instantáneamente. Hasta el Cáncer, del cual habían sucumbido varias generaciones seguidas, hubo de ceder al verificarse este cambio.

Dispuesto el Doctor von Pohl a demostrar sus experiencias, se proveyó de una varilla mágica y ante una Comisión de la Alcaldía, señaló con toda precisión la cama o el lugar indudable en el que habían perecido varios cancerosos.

Esas corrientes o influencias, en efecto, lo contaminan todo. Si hacemos un plantío de hierbas medicinales sobre un terreno de donde broten esas corrientes magnéticas contradictorias, lejos de servir las Plantas para nada útil, pueden causar un daño incalculable. Debido a esto, hacemos notar la inconveniencia de hacerse de hierbas al acaso o de medicinas de la Farmacia que caprichosamente se nos antoja.

Conocemos el caso de un Farmacéutico de México que tenía un consultorio donde curaba infinidad de enfermos con éxito raro y sorprendente. Llegó el día en que le desahuciaron de la casa en que habitaba y al mudarse, ya notó que no podía curar con el mismo éxito creciente y que los enfermos se empeoraban y morían...

Médicos que habiten dentro de una demarcación de pésimas irradiaciones magnéticas, constituyen un peligro para los enfermos que han de manejar a diario. He aquí por qué nuestros estudios son de tanto interés. Las Plantas medicinales que nosotros utilizamos para nuestros preparados, aparte de ser sembradas bajo leyes astrológicas precisas, son cultivadas sobre suelo escogido donde el magnetismo que reciben está comprobado y ya su acción benéfica es un poder curativo en sí...

Hay que tener en cuenta que las Plantas son muy sensibles a toda influencia y reaccionan con lo más insignificante. Nosotros hemos experimentado con un Crescógrafo comprobando que una Planta, dentro de ambiente impuro, rebaja su crecimiento. Herida una Planta utilizando una aguja, hubimos de observar que dejó de crecer durante media hora. Asimismo, una Mimosa, no reaccionó en el espacio de dos días por habérsele cortado una de sus hojas. Bajo la influencia del cloroformo, las Plantas duermen y no crecen tampoco. Otras se enferman y mueren. Por eso las Plantas que se quieren dedicar a la curación de enfermedades necesitan ser tratadas como seres humanos y éste es el primer cuidado de los Rosa Cruces.

Si bien ignoramos qué es la Electricidad en sí, sabemos en cambio que la base de ella es emanada del Sol como fuente de toda energía y por ello la encontramos adherida naturalmente a todo cuanto existe. Así como hay peces eléctricos que lanzan una corriente formidable utilizada en defensa propia, hemos dado, asimismo con un caso aun más curioso al estudiar las propiedades de diversas Plantas para nuestro objeto. Se trata de la Phitolaca eléctrica. Al quebrar una rama de este Arbolito, instantáneamente se recibe una gran descarga y si le acercamos una brújula o compás, hace desviar la aguja magnética. El poder eléctrico de la Phitolaca, cambia con las temperaturas, dándose el caso que durante las tempestades, lance verdaderos rayos o destellos como indicación de las descargas que produce.

Todo viene a corroborar nuestras constantes experiencias que cada día son más provechosas en el sentido de proporcionar a los enfermos medios de curación infalibles.

Todavía, cuando alguien se enferma, la causa se busca generalmente en las comidas, en las corrientes de aire o en el exceso de trabajo. Se dice, por consecuencia, que el enfermo está indigesto o resfriado o agotado. Luego se recurre al contagio, a las influencias morales y, por último, a la herencia. Todo, en efecto, pueden ser causas más o menos de enfermedad, pero la Medicina aun no sabe nada acerca del Karma, de esa ley rígida e inmutable que todo lo abarca, y la niega naturalmente tomándola en sentido de término grotesco.

Ignora, asimismo, que como existe una Patología Fisiológica, existe una Patología Astral fundamentada en las distintas envolturas que recubren e interpenetran al Hombre Invisible y que tanta acción ejercen sobre las Hormonas que son las substancias verdaderamente animadoras y mantenedoras de nuestro organismo. Ni quiere dar todo el valor que tiene en sí las influencias mentales ni el que tienen las faces sugestivas lanzadas con verdadera energía hacia nuestro subconsciente. El Sistema de Coué, aplicado también a nuestros medios de curación, es de una eficacia admirable. La placa receptiva de nuestro Yo interior, recibe las frases emitidas de Yo me siento mejor; mi enfermedad pasa. Mi enfermedad pasa. Yo me pongo bien, etc., y va como convenciéndose de que aquello que dice es real, positivo, seguro e influye anímicamente para un beneficioso resultado.

Ya en Alemania, donde la Medicina tiene más altos vuelos que en ningún otro país, aun estando estacionada por el materialismo general, se ponen en práctica procedimientos que vienen lentamente a dar la razón a nosotros los que nos hemos anticipado, precisamente por debernos a nuestra Orden y a los conocimientos que ella encierra. No hablemos de la Cirugía porque ésta opera sobre el cuerpo fisiológico exclusivamente y los Cirujanos Alemanes hacer verdaderos milagros. En este sentido, hemos de citar, cuando está llamando la atención un Sanatorio que ha conseguido maravillosos resultados presentando a centenares de Tuberculosos que han sido radicalmente curados mediante el Canto. Hay un Médico que ha compuesto varias piezas musicales, con texto de cierto valor mantrámico y determinado ritmo melodioso, por cuyo medio consigue curaciones inesperadas. Nada se dice todavía acerca del Cáncer, pero si estos ejercicios han sido eficaces en la Tuberculosis, no se pierde nada con seguir practicando.

Todos estos procedimientos y aun otros que no se mencionan, complementan nuestro Sistema, los que con suma eficacia aplicamos a cada caso aislado para que el éxito sea más franco y la curación más cierta y segura.

Nuestros conocimientos Médicos, nos vienen de la Grecia y de la Roma Antigua y bien conocidos son los nombres de Médicos célebres que pertenecen a épocas pasadas cuyas enseñanzas las obtuvieron, a su vez, del Egipto y de los Antiguos Misterios.

Cuando en el viejo Egipto alguien se enfermaba, no se le conducía al Hospital o Sanatorio como diríamos en el sentido moderno, sino que era trasladado a los Templos donde se le medicinaba con Plantas Sagradas. Pero todavía esto, no era la principal curación. Lo más esencial consistía, en infundirle un sueño profundo en cuyo estado el Sacerdote actuaba sobre él. Cuando éste habitaba lejos del Templo, las curaciones se verificaban en Astral durante el sueño nocturno.

Las prácticas que se requieren para aprender la facultad de actuar en Astral, nos ha llegado a los Rosa Cruces gnósticos en toda su pureza. Tal es la tradición y a semejanza de los Sacerdotes Antiguos, actuamos sobre el enfermo al par que le medicinamos.

He aquí, pues, el éxito primordial de nuestras curaciones que tan asombrosos resultados vienen dando a través de los tiempos y que hoy se propagan por todo el mundo como un aroma de bien en pro de los que sufren.

Miles y miles de enfermos hemos curado a distancia, es decir, el templo de Berlín y muchos desahuciados han vuelto a la vida, sólo con habernos escrito una carta y haberles mandado nosotros un tratamiento o un remedio. No sólo se puede sino que se debe ir propagando nuestras facultades entre los enfermos, pues ¡es tan sublime y hermoso hacer el bien, ayudar a dar alivio a los que sufren!.

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