Naranjo, Limón, Mandarina

Estos árboles oriundos del Asia, de donde han pasado a Europa, África y América, son muy abundantes en España, sobre todo en Andalucía, Murcia, Valencia, Cataluña y Baleares, constituyendo una de las riquezas territoriales de la Península. Hay una multitud de variedades, figurando principalmente el Citrum Auratium, el Vulgaris y el Limonum. En medicina se emplea el fruto, las hojas, las semillas y las cortezas.

Tienen propiedades francamente estimulantes, tónicas, muy estomacales, y antiespasmódicas y se emplean con frecuencia en las digestiones lentas y enfermedades nerviosas como los espasmos histéricos, convulsiones, opresiones, palpitaciones del corazón, etc. El zumo se usa como atemperante y el agua destilada de sus flores constituye la tan conocida Agua de Azahar.

Hace muchos siglos, estos árboles crecían reunidos en un bosque retirado donde un peligroso Dragón estaba a su custodia. Cuantos caballeros eran atraídos a este bosque por el aroma y el rico sabor de sus frutos eran víctimas del temible dragón que los despedazaba. Pero un día, uno de estos caballeros, el más esforzado, fue al bosque y tuvo la suerte de vencer a la fiera guardiana... Quiso entonces probar sus frutas y mordió un limón, que al encontrarlo tan ácido arrojó al agua del mar. Acto seguido salió de la fruta una hermosa niña que le pedía socorro, y cuando el caballero trataba de auxiliarla, se acercó un tiburón hundiéndola en su buche, dejando al galán triste y pensativo, cuando sólo había tenido un instante para admirar su belleza. A la orilla cercana brotó un sauce llorón...

Luego mordió una naranja, cuya corteza lanzó al aire convirtiéndose en otra niña aun más bella que la anterior, que también pedía socorro, y andes de acudir a prestarle auxilio vino un león y la devoró. En este lugar había una morera cuyos frutos eran blancos; pero al ver morir a la niña se tornaron negros a causa de esta pena. Comió el caballero la mandarina, cuyas cáscaras arrojó al fuego; pero ya, experimentado, tomó en seguida su espada. Una nueva beldad de belleza insuperable surgió del fuego, y tras ella una horrible serpiente dispuesta a matarla; pero el caballero blandió su espada y tras lucha le dio muerte. Brotó la sangre, entonces, que se vertió profusamente, naciendo de ella los diferentes pimientos.

Estas frutas, desde estos acontecimientos pertenecen a Mercurio. Fijándonos en el símbolo de este planeta vemos que tiene del Sol, de Venus y, poniéndolo en oposición, de Marte y de la Luna. Por eso es la Gran Fortuna y todas las plantas que nacen bajo sus auspicios, son excelentes para la curación de enfermedades.

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