El Nivel de Ser

Escalera de Jacob. William Blake. 1805

Dijo el Zaratustra de Nietzsche: “La vida del hombre es una cuerda floja tendida entre el animal y el super hombre”. Hay peligro en cruzar al otro lado, en detenerse, en voltear a ver hacia atrás. Esta cuerda floja se tiende sobre un abismo, hacia el SER, hacia lo que ES. El abismo es la ilusión, la fascinación, el sufrimiento, la atadura a la vida condicionada, al infinito número de nacimientos y muertes en la rueda del Samsara.

Moisés subió al monte Sinaí guiando al pueblo de Israel en su éxodo y en la cima se postró ante la zarza ardiente, ante la presencia misma de Dios, a quien preguntó por su nombre; más Dios dijo a Moisés: les dirás YO SOY me ha enviado a vosotros, SOY EL QUE ES.

El ser humano duerme en un cotidiano subconsciente, fascinado con la creencia en la existencia propia, inmerso en las preocupaciones del día a día, entre la lucha por la vida, entre tragedias, comedias, romances y preocupaciones. Así damos certeza total al mundo en el que se desenvuelve nuestro YO, nuestro ego, formado por miles de estructuras psicológicas que personifican al miedo, al deseo, la ira, el orgullo, inseguridades, hondos sentimientos de inferioridad, temores, egoísmo y a todo tipo de metas materiales ilusorias.

De esta forma nuestra dura existencia en el mundo tridimensional se vuelve más y más mecánica. Nuestro mayor éxito y alegría, así como nuestro peor dolor y fracaso, son pasajeros y siempre generan frustración. Esta identificación nos aleja, nos distrae, nos duerme en el camino.

Nuestro nivel del SER representa lo que nos acerca –o nos aleja– del absoluto, de Dios. Apenas contamos con una fracción de conciencia libre que en gnosis llamamos la ESENCIA, nuestros valores reales: la compasión, el perdón, la conciencia objetiva libre de sentimentalismos o auto engaños.

El nivel del SER se extiende desde el animal, la bestia, el hombre, un ángel o un demonio, es ese punto matemático donde nuestra existencia se cruza en la línea horizontal de nuestro material día a día, con la línea vertical de nuestro interior. La que nos acerca a la liberación, al reino de los cielos que prometió Jesús; o nos lleva hacia el infierno, las regiones sumergidas.

El nivel del SER no es un punto fijo, un punto estático, sino que cambia constantemente en la medida en que reaccionamos en el mundo, ya sea con consciencia o con nuestro ego. En un momento del día reaccionamos identificándonos con los eventos de la vida y actuamos con miedo, con ira, con deseo. Pero si al siguiente minuto nos auto comprendemos, hacemos un alto en nuestra turbulenta mente y emociones y anteponemos la compasión, el auto control, entonces tenemos un nivel del ser diferente. Esto pasa porque carecemos de un centro de gravedad permanente; lo que creemos que son nuestros valores, es una ilusión, una mentira de nuestro propio yo.

Soñamos con grandes experiencias místicas, realizamos esta o aquella práctica o ejercicio espiritual cuando nuestra realidad interior es completamente diferente, cuando nuestro nivel del SER es opuesto a lo que creemos de nosotros mismos o creemos hacer.

En un momento somos compasivos y castos, al momento siguiente todo lo contrario. La vida cotidiana, nuestro estado psicológico de instante en instante y el cómo reaccionamos ante las impresiones de nuestro ajetreado diario vivir, es el único lugar, aquí y ahora, para lograr despertar nuestra dormida conciencia.

En el mundanal y tormentoso día, en donde la preocupación por el dinero y por el sexo es nuestro polo norte, es el instante preciso cuando debemos lograr ese centro de gravedad permanente, nuestro verdadero nivel del SER, que representa valores auténticos, espontáneos, que se niegan a sí mismos (no son vanidad de vanidades) y que surgen de la eliminación de nuestras taras y defectos psicológicos

El recuerdo de sí y la auto observación psicológica de instante en instante son las herramientas imprescindibles. La meditación, el auto psicoanálisis al final de cada día sobre los errores que pasamos por alto en el diario vivir, o que no comprendimos, o que nos abrumaron, son todo un sentido necesario de desarrollar, son nuestro sexto sentido dormido. De lo contrario, viviremos una espiritualidad, un misticismo “enlatado” tan conveniente como superficial, por cuanto alejado del SER.

Es sencillo volverse ilusos en esa cuerda floja del SER, ya para los que pregonan la voluntad de poder y de dominio, porque no existe meta al otro lado de la cuerda floja; como para el místico en busca de salvación y grandiosidad personal. Ambos son solo otro fantasma más.

Enviado por: Dr. Rafael Merazo. Colaborador avanzado, El Salvador

Imagen: Escalera de Jacob. William Blake. 1805

“El Nivel del Ser es lo que cuenta y esto es Vertical; nos hallamos en un escalón, pero podemos subir a otro escalón...” “Psicología Revolucionaria” (La Escalera Maravillosa) Samael Aun Weor

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