El Éxodo y el Ejército de Salvación Mundial

Imagen: The Triumph of Aurora. Guido Reni  (1575–1642)

Dice el Apóstol Juan en el libro del Apocalipsis:

“1 Y miré, y he aquí, el Cordero estaba sobre el monte de Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de su Padre escrito en sus frentes…”

“4 Estos son los que con mujeres no fueron contaminados; porque son vírgenes. Estos, los que siguen al Cordero por donde quiera que fuere. Estos fueron comprados de entre los hombres por primicias para Dios y para el Cordero”.

“8 Mas a los temerosos é incrédulos, a los abominables y homicidas, a los fornicarios y hechiceros, y a los idólatras, y a todos los mentirosos, su parte será en el lago ardiendo con fuego y azufre, que es la muerte segunda”.

Apocalipsis 14:1,4 y 21:8.

Para nuestra bienaventuranza, como última sub-raza habitando la Tierra en los “tiempos del fin”, el libro del Apocalipsis mantiene su contenido relativamente intacto aun con las miles de ediciones por las que ha pasado la Biblia, pues bien termina diciendo: “Si alguno añadiere a estas cosas, Dios pondrá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad…” Evidentemente, tal advertencia cumple el propósito de preservar la calidad de los símbolos para no alterar la esencia de la enseñanza.

El Apocalipsis, igual que el libro del Génesis, es un Tratado Esotérico de Alquimia, o una exposición integral, objetiva y ordenada de conocimientos relacionados con la “ciencia de la transmutación de los metales de Dios” (Al: Dios, -chemia: ciencia de los metales). Esto es fácil de entender comprendiendo la labor de todo buen alquimista, pues su trabajo es el de “transformar el plomo de la personalidad en el oro del espíritu”.

En el Apocalipsis encontramos mención de muchas frases enigmáticas como: siete sellos, siete iglesias, dos candeleros, dos testigos, cuatro animales, veinticuatro ancianos, etc., y la mención específica de “ciento cuarenta y cuatro mil” fieles, elegidos y escogidos, que serán “comprados de entre los de la tierra”. Para comprender estos símbolos nos hace falta el estudio de la Gnosis, pues ella, es un conocimiento perenne y universal, y es en sí misma el conocimiento-raíz de todas las grandes religiones del mundo. Los ciento cuarenta y cuatro mil escogidos son los pocos “salvos” en el día del “juicio final”, y, hoy día, muchas sectas, grupos, cultos, instituciones, iglesias y congregaciones aseguran que sus miembros (y con certeza sus pastores, líderes, sacerdotes, obispos, abates, etc.) ya están entre esos pocos.

Sin ambages y sin buscar herir sensibilidades, aprovechamos para decirle lo siguiente: si a usted le han dicho que tal o cual es ya uno de los elegidos, o si le han garantizado ser uno de los “144,000” a cambio de dinero, joyas, tierras, donaciones u otros compromisos, querido lector a usted le han mentido (en ignorancia o intencionalmente) y usted, de continuar siendo guiado por ciegos, miserablemente pierde su tiempo.

Sin evasiva alguna, y a modo de develar las palabras del apóstol con fácil comprensión, vamos a expandir el escrito del Apóstol Juan:

“1 Y miré, y he aquí, el Cordero

[El niño pequeño, inocente y puro; el producto tardío del trabajo interno; el Hijo del Hombre] estaba sobre el monte de Sión]

[La victoria del trabajo interno, el bien amado que ha vencido en la batalla de la tierra que existe entre dos aguas],

y con él ciento cuarenta y cuatro mil

[Aquellos que siguen su enseñanza que es la del Arcano 9, 1+4+4+0+0+0 = 9],

que tenían el nombre de su Padre escrito en sus frentes…

[Aquellos que se convirtieron en instrumento fino y delicado al servicio del Ser]

El “niño pequeño, inocente y puro” lo explica el Gran Maestro Jesús cuando dice: “De cierto os digo, que si no os volviereis, y fuereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos”. El Gran Maestro hace referencia a una revolución interior que tiene como fin último alcanzar un Nivel de Ser muy superior; un estado de pureza que solamente es posible cuando eliminamos de sí mismos toda traza y vestigio de nuestra lujuria, de nuestros corajes, ambiciones, envidias, gulas, perezas, y orgullos. El trabajo interior de la eliminación de todos estos defectos crueles e inhumanos es “morir en sí mismos” y tiene como consecuencia el nacimiento de virtudes y facultades superiores que provienen del Ser, pues si eliminamos nuestra lujuria, damos lugar a que se manifieste el amor y con ello la verdadera castidad; si eliminamos la ira, evidentemente surgirá el amor y con ello la paciencia y el altruismo; si eliminamos la codicia, el amor traerá consigo la generosidad; la muerte de la envidia trae la caridad, la muerte de la gula, la temperancia; sin pereza lo que se manifiesta es diligencia, y la muerte del orgullo ve nacer la humildad.

El “monte” es la vida misma con todos sus problemas, inquietudes, circunstancias y dificultades. Igual que es difícil escalar un monte, también es difícil vivir la vida como un camino iniciático donde recibimos con halago los insultos de los demás, donde ya no nos quejamos de nuestras circunstancias, donde aprendemos a adaptarnos a los cambios y a las situaciones difíciles, y, sobre todo, donde buscamos sacarle el mayor provecho a nuestras dificultades.

“Sión” no es solamente un nombre. Sión es el símbolo de la victoria que existe para aquellos que son capaces de “subir el monte” y, una vez ahí, dan la batalla final para penetrar la “fortaleza de los Cananeos” (Sion). Son aquellos que en la lucha consigo mismos, resultan victoriosos.

“Ciento cuarenta y cuatro mil” es un símbolo oculto que indica el trabajo con el misterio del “Arcano 9”. Ciento cuarenta y cuatro mil (144,000) son todos aquellos que viven su vida no solamente como un camino iniciático, sino que también son luz entre las tinieblas para otros, pues viven la vida en recto obrar, recto pensar y recto sentir, y trabajan íntimamente en la súper-dinámica del amor. Éstos son los que han recibido el sacramento del bautismo, no porque han sido sumergidos en agua o mojados ante una pira, sino porque han hecho un “pacto de aguas”, donde dedican su vida al trabajo en la Novena Esfera y ofrecen a su Madre Divina el producto de la transmutación para la eliminación de sus defectos. Este trabajo es uno muy sutil que solamente puede ser practicado entre un hombre y una mujer y en matrimonios legalmente constituidos.

Aquellos capaces de eliminar cuando menos un 50% de sus defectos de tipo psicológico alcanzan el Nivel de Ser necesario para ser parte del Ejército de Salvación Mundial. Éstos son y serán los pocos elegidos y serán llevados a un lugar seguro donde puedan continuar su trabajo interno. Estas almas serán la semilla de la próxima gran raza que habitará la Tierra luego de los cataclismos que se avecinan.

El gran “rapto” o el gran “éxodo”, que muchas iglesias, grupos, sectas, cultos, y otros esperan, no es un evento futuro. Tal rapto está sucediendo aquí y ahora y erramos al pensar que es un evento que sucederá más tarde. Son las grandes almas de humanidades en planetas y sistemas solares vecinos las que se encargan de servir a la Gran Ley separando el grano de la paja. Por mucho tiempo la Tierra ha sido visitada por verdaderos humanos de otros mundos, y éstos, poco a poco, continúan extrayendo a aquellos que han alcanzado el Nivel Superior de Ser necesario para llevarles a un lugar seguro. Estos verdaderos hombres y mujeres de otros mundos continuarán ejecutando su misión mientras el monto de la humanidad, dormida entre sus vicios y apetencias, continúa precipitándose hacia la muerte segunda.

Estimado lector, la Gnosis siempre aparece en tiempos de degeneración e inestabilidad social. Son muchos los grupos que claman tener “la verdad” cuando la verdad en sí misma es lo desconocido de momento en momento. De igual forma, son muchos los “falseadores de metales” que prometen salvación “así porque sí”, cualquier idea de que “para mí ya todo está resuelto” es una falacia del Ego, pues está escrito:

“…estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” (Mateo 7:14).

El “camino angosto” equivale a vivir la vida misma como en el camino de la iniciación, pues son muy pocos los que se definen y tienen la tenacidad y la fuerza para seguirlo; y la “puerta estrecha” es la puerta por la que salimos del paraíso; ésa es la puerta del Arcano 9, que es el trabajo con la súper-dinámica del amor. Éste es el trabajo del alquimista que busca “transformar el plomo de su personalidad en el oro del espíritu”. No hay otra puerta, al igual que no hay otro camino.

El tiempo apremia y la Gnosis viene a darnos la doctrina, las prácticas y los ejercicios necesarios para el trabajo de la revolución de la conciencia. Sólo una revolución interior nos puede llevar a ser parte del Ejército de Salvación Mundial, y ésa es exactamente la enseñanza que vino a entregar Jesús El Cristo cuando reveló los tres factores de la revolución de la conciencia:

Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo (elimine sus defectos psicológicos), y tome su cruz (trabaje en la súper-dinámica del amor), y sígame (sacrifíquese por los demás). Mateo 16:24.

Que todos los seres sean felices.

Que todos los seres sean dichosos.

Que todos los seres sean en paz.

Enviado por: Instructor Ricardo Santana Laracuente. Phoenix, Arizona. E.U.

Imagen: The Triumph of Aurora. Guido Reni  (1575–1642)

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