Libro: Tláloc, el vino que bebe la tierra

Capítulo 4. La esposa de Tláloc

Capítulo 4. La esposa de Tláloc

Los relatos mitológicos de todas las culturas, no deben ser tomados de forma literal, ni tampoco creer que se trata de historias inventadas y deformadas con el tiempo; en la mitología, más bien, trata de realidades excepcionales del espíritu, del universo interior, de cosas que deberían suceder transitando la senda hacia la verdad.

Principio eterno femenino-masculino

Así tenemos, que la esposa de Tláloc, llamada “La que tiene falda de jade” (Chalchiuhtlicue), es el emblema del principio femenino eterno. La palabra hebrea Elohim con la que la biblia en ocasiones se refiere a la divinidad, nos da la clave para entender este misterio, pues debería traducirse como: diosas y dioses. Los aztecas no olvidaron que, si existe el principio eterno divinal masculino representando la sabiduría, tiene que estar aparejado con el principio divinal femenino eterno que simboliza el amor.

«Chalchiuhtlicue: Esmeralda, cosa preciosa; la que tiene falda de esmeraldas. Es la diosa del agua terrestre y esposa de Tláloc. (Magia Crística Azteca. Samael Aun Weor)»

“La que tiene falda de jade” (Chalchiuhtlicue), esposa del dios Tláloc, la diosa del agua terrestre, nos indica la existencia de ese principio cósmico eterno femenino. Sólo en esta época decadente lo hemos olvidado; pero no fue así entre los egipcios, pues siempre rindieron culto tanto a Osiris como a Isis; entre los griegos siempre estuvo presente Zeus, pero nunca se olvidaron de Hera; no podía ser menos entre las culturas mexicanas, si tenemos al dios de la lluvia (Tláloc), tenemos que tener a la diosa de las aguas terrestres, “La que tiene falda de jade” (Chalchiuhtlicue).

Almas Gemelas

“La que tiene falda de jade” (Chalchiuhtlicue). [MNA. Foto: Ismael Moreno ICQ]

“La que tiene falda de jade” (Chalchiuhtlicue). [MNA. Foto: Ismael Moreno ICQ]

En esta misma pareja divina encontramos el misterio de las almas gemelas, uno de los misterios más grandes del esoterismo; desde luego, no se trata de ideas románticas, tan comúnmente generalizadas, como pensar que hay alguien con los mismos gustos, pensamientos y emociones, la verdad es que esto es mucho más recóndito…

Cada uno tiene un espíritu divinal: nuestro Padre que está en secreto; es como una chispa inmortal que emanó de la gran hoguera universal que denominamos Dios; así como de una vela, pueden encenderse más velas, de ese fuego del espíritu, pueden emanar más fuegos, y así lo hace, con el fin de ayudarnos eficazmente. El Ser o espíritu se divide en muchas partes con el objetivo de ayudarnos en todas las circunstancias de la vida y del sendero interior, principalmente crea dos almas, una humana y otra divina.

«Se dice también que “Tláloc tenía su esposa” (se refiere a la “Walkiria”, se refiere al alma espiritual, que es femenina). He dicho en muchas de mis obras, que el Íntimo, es decir, nuestro Ser, tiene dos almas: una es el alma espiritual, otra es el alma humana; el alma humana es masculina, el alma espiritual es femenina. Este es el signo de géminis en nuestra naturaleza espiritual. Así que cuando se habla de Tláloc y de su esposa, se refiere en forma enfática, en los códices, a las dos almas: la masculina y la femenina de Tláloc. (Samael Aun Weor. Conferencia: El dios Tláloc)»

En la Edad Media, se simbolizó a través de muchas alegorías, cuando el caballero lucha por su dama. El alma divina exige de su caballero las más grandes proezas a realizar, y claro que el alma humana las realiza con todo gusto.

Esas dos almas están representadas por Tláloc y “La que tiene falda de jade” (Chalchiuhtlicue). Son un símbolo perfecto de ese desposorio que debe lograrse realizar dentro de cada ser humano, es una parte del camino o de la senda interior, y, desde luego, es a través de incesantes trabajos conscientes, como es posible lograrlo, tareas semejantes a la de los caballeros por ganarse el derecho de ser amados por su dama, de los relatos de la época medieval, sólo que habrá que llevarlos a cabo en el campo de batalla de la vida diaria.

El alma divina ha estado presente en las enseñanzas sagradas de todos los pueblos: es la Bella Helena de la mitología griega, la bella Sulamita a la que cantara el sabio Salomón; son las mujeres que asistían a los guerreros en el campo de batalla de la mitología nórdica, llamadas las walkirias, y en México es “La que tiene falda de jade” (Chalchiuhtlicue).

La importancia del matrimonio

Estas dos enseñanzas nos llevan a una tercera: el hogar, el matrimonio, el buscar con todas nuestras fuerzas del alma, es ser la expresión de los principios divinales. En convertir nuestro matrimonio en la misma senda de la auto realización íntima.

Pareja Tláloc, el dios de la lluvia (Tláloc) y la “La que tiene falda de jade” (Chalchiuhtlicue), [MAX]

Pareja Tláloc, el dios de la lluvia (Tláloc) y la “La que tiene falda de jade” (Chalchiuhtlicue), [MAX]

Es interesante, que además de ser “La que tiene falda de jade” (Chalchiuhtlicue) la diosa del agua terrestre (los ríos, las lagunas), es también considerada como la diosa del amor, desde luego, no podría ser de otra forma, es el prototipo de perfección a que debe aspirar toda mujer, encarnar en su naturaleza íntima, los valores femeninos de la creación: el amor, la ternura, la comprensión, la belleza espiritual, el arte, etc.

Representaciones

«Los Nahuas la representaban joven y hermosa, con tiara de oro, enaguas y manto con borlas de Quetzalli; en el jeroglífico que adorna su falda, en la cara interna superior de los muslos, aparece una preciosa ninfa de bífida lengua, símbolo de luz. (Magia Crística Azteca. Samael Aun Weor)»

El que se le represente joven y hermosa, nos recuerda al relato de la vida del maestro Quetzalcóatl; cuando fracasa, delinque, se embriaga con el pulque del deseo, se vuelve viejo; pero cuando se regenera y retoma el camino interior, vuelve a recobrar su juventud. Por lo que la alegoría es perfecta, necesitamos regenerarnos, ser puros, para reencontrarnos con el principio eterno femenino divinal representado por la diosa de las aguas terrestres.

“La que tiene falda de jade” (Chalchiuhtlicue). [Códice Ríos]

“La que tiene falda de jade” (Chalchiuhtlicue). [Códice Ríos]

La tiara de oro, nos invita a trabajar por eliminar nuestra mente lunar, fría, fantasmal, mecánica, reaccionaria, viviendo incesantemente en el batallar de las antítesis, llena de dogmas, prejuicios, preconceptos, cárceles del entendimiento como los conceptos de patria, egoísmos, etc. Esto hay que transformarlo en algo de oro, en una mente solar.

Las enaguas y manto con borlas del ave quetzal (quetzalli), hermosísimas, nos invitan a la espiritualidad trascendente, a la mística, a la religiosidad, su manto es el misterio de la eterna madre espacio, el velo de Isis que sólo puede rasgar quien se ha vencido a sí mismo.

La ninfa de bífida lengua, es el símbolo de la luz de la sabiduría inmortal, a la que tenemos que acercarnos, precisamente en esta época de tantas tinieblas. Se refiere a encarnar la verdad y el amor.

«Los maestros la invocaban en verano, cuando los ríos se secaban por la sequía. Sobre el altar del templo ponían un montón de sal marina y devotamente impetraban su auxilio. Después, el maestro iba al seco lecho de algún río cercano y, con el bastón mágico, en éxtasis, abría dos pequeños hoyos próximos uno del otro y los llenaban con cobre líquido que previamente habían derretido los adeptos. El maestro repetía la invocación y con sus manos ampliaba uno de estos hoyos; entonces, el agua brotaba del lecho del seco río y comenzaba a correr. (Magia Crística Azteca. Samael Aun Weor)»

Ceremoniales mágicos, que deberíamos rescatar, volver a realizar con mucha fe, dejar nuestro crudo materialismo vano, romper con el escepticismo grosero y penetrar en la más absoluta espiritualidad. Bien dicho está por el maestro Jesús: “Porque cualquiera que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se abrirá”.