Libro: Tláloc, el vino que bebe la tierra

Capítulo 5. El paraíso de Tláloc (El Tlalocan)

Capítulo 5. El paraíso de Tláloc (El Tlalocan)

El paraíso de Tláloc es el Tlalocan (del náhuatl:  can-lugar, “Lugar de Tláloc”), es un paraíso inefable, donde existen frutos de toda especie, donde reina la felicidad, la armonía y la paz, quienes logran vivir ahí están llenos de dicha. Pero, no es un lugar mítico, este paraíso es una región del cosmos, si bien, inaccesible para los que estamos llenos de ambición, ira y envidia; pero perfectamente posible es el contacto, con esa región de las delicias, para aquellos sinceros aspirantes a la sabiduría.

El mundo físico o tridimensional en el que vivimos no es todo. Este mundo denso que percibimos con nuestros limitados cinco sentidos es tan sólo una hoja del árbol de la vida. Existen mundos paralelos que ni remotamente sospechamos, aunque la ciencia poco a poco intuye de su existencia, debido a que está penetrando en lo infinitamente pequeño, con el estudio de la física cuántica, le ha permitido inferir que existe un hiperespacio (espacio superior), que puede influir a las partículas infinitamente pequeñas.

Mientras que los científicos modernos necesitan inventar poderosos microscopios, aparatos muy sofisticados electrónicos, instrumentos como el acelerador de protones y decenas de cosas más, para concluir que es posible que exista un espacio superior, los aztecas, desarrollando sencillamente sus valores del corazón, pudieron experimentar directamente que existen varias dimensiones superiores que llamaron los 13 cielos y varias dimensiones inferiores que llamaron las nueve regiones del inframundo o “Lugar de muertos” (Mictlán), que increíblemente coinciden con las mencionadas por Dante Alighieri, al mencionar exactamente las mismas nueve zonas infernales.

Las siete dimensiones

Dintel con atributos de Tláloc. [MAX]

Dintel con atributos de Tláloc. [MAX]

Es pues, el “paraíso de Tláloc” (Tlalocan) una región de la naturaleza que existe, pero que desconocemos por la degeneración de nuestras facultades. Los aztecas nos hablan de 13 cielos que se corresponden con trece regiones del universo; el árbol de la vida hebreo nos habla de diez regiones o sephirotes, más los tres aspectos del absoluto; por tanto, dan esas trece regiones o cielos.

Siete dimensiones son fundamentales: las tres primeras (largo, ancho y profundidad) corresponden al mundo físico; la cuarta al mundo vital; la quinta al astral y el mental; la sexta al causal y a la conciencia; y la séptima al Ser. Siendo la sexta dimensión el mundo causal, el que corresponde a la región del maestro Tláloc, el mundo de la voluntad, la región de la música, donde habitan los seres que gobiernan la naturaleza.

«A muchos les parecerá como algo fantástico que en pleno siglo XX hablemos del “paraíso de Tláloc”; sucede que los “super civilizados” de esta época se han olvidado plenamente de la sabiduría elemental de la naturaleza. Tláloc es ciertamente un “Deva” del elemento agua, es una potencia cósmica del universo, tiene existencia real. Indubitablemente, esta clase de deidades cósmicas viven normalmente en la región de las causas naturales, región a la cual los científicos del átomo y de la molécula no tienen acceso. Sin embargo, los profetas de Anáhuac, en estado de éxtasis, podían penetrar en tal región y platicar cara a cara con Tláloc. En nombre de la verdad diremos en forma enfática, que el “Paraíso de Tláloc” existe. (Samael Aun Weor. El Dios Tláloc)»

Destino de los que mueren

Nos dicen las tradiciones antiquísimas que al “paraíso de Tláloc” (Tlalocan) iban los que morían ahogados o tocados por un rayo; en estas palabras enigmáticas, está todo un portento de sabiduría, que para entender habrá que adentrarse un poco en los misterios de la muerte azteca.

De acuerdo a la sabiduría antigua, los que morían podrían dirigirse a cuatro destinos, de acuerdo a la forma en que se operaba su deceso; todo esto es muy significativo, pues estas tradiciones amalgaman la muerte física real, con el simbolismo de la muerte del Yo (de nuestros defectos de tipo psicológico), base fundamental para cualquier tipo de desarrollo espiritual, por lo que nos toca comprender cuándo se refieren a la muerte física y cuándo a la psicológica.

A la Casa del Sol (Tonatiuhichan)

Guerreros muertos en el campo de batalla y mujeres muertas en el parto.

Guerrero muerto en batalla. [MTM]

Guerrero muerto en batalla. [MTM]

Guerrero, realmente, no se refiere a los que luchan en combate cuerpo a cuerpo en una batalla; es más bien, quien, en la lucha de la vida diaria, logra derrotar sus emociones bajas, su pereza, su gula y su envidia. Los cientos de errores que se manifiestan en un sólo día, contra los cuales hay que luchar, nos muestran claramente que el trabajo es para grandes luchadores; tales guerreros iban a la casa del sol, siendo éste la representación del espíritu. Nos hemos alejado de nuestro Ser por todos los delitos que a diario cometemos, es por eso, que se requiere convertirse en un guerrero y enfrentarse al peor de los enemigos: uno mismo.

«Cuantos mueren en la guerra contra sí mismos, quienes logran la aniquilación del mí mismo, lucen esplendorosos en el espacio infinito, penetran en los distintos departamentos del Reino (entran en la Casa del Sol). (Doctrina Secreta de Anáhuac. Samael Aun Weor)»

Sorprendentemente, también lo hacían los prisioneros que morían en la piedra del sacrificio, es decir, quienes, a través de grandes sacrificios de sus emociones y pensamientos negativos, ayudados del trabajo con la piedra filosofal, morían en sí mismos, logrando encarnar a su Real Ser interior profundo.

Mujer muerta en el parto, convertida en Mujer-diosa (Cihuateteo). [MNA]

Mujer muerta en el parto, convertida en Mujer-diosa (Cihuateteo). [MNA]

«Quienes mueren en el Altar del Sacrificio, es decir, del "sacro-oficio", en la Novena Esfera, van a la Casa del Sol, se integran con su Dios. (Doctrina Secreta de Anáhuac. Samael Aun Weor)»

Tanto los guerreros muertos en el campo de batalla (los que luchan contra sus defectos), como los prisioneros muertos en el altar del Sacro Oficio (los que desintegran sus defectos con ayuda de la fuerza creadora), acompañaban al Sol (al Ser), desde el amanecer hasta el mediodía.

No sólo los grandes guerreros (los que se vencen a sí mismos) eran candidatos a acompañar al sol en su recorrido, también lo eran las mujeres que morían en el parto, increíbles seres que es tanto su valor y entrega, que son capaces de dar la vida para que un ser nazca.

Obviamente, la naturaleza premia tales sacrificios tan sublimes, y también ellas van a la casa del sol; de igual forma, son dignas de acompañar al sol (la verdad, el espíritu) en su recorrido, pero lo hacen desde el mediodía hasta el anochecer.

«Las mujeres muertas en parto, que dichosas moran en el paraíso occidental sabiamente denominado “Cincalco”, la “casa del maíz”, son también muy veneradas. (Doctrina Secreta de Anáhuac. Samael Aun Weor)»

Mujer muerta en el parto, convertida en Mujer-diosa (Cihuateteo). [MAX]

Mujer muerta en el parto, convertida en Mujer-diosa (Cihuateteo). [MAX]

Es indudable que estas mujeres gozan de unas merecidas vacaciones en las regiones de dicha, en las dimensiones superiores del cosmos, en los paraísos inefables que hablan todas las culturas del mundo.

Al lugar del Árbol Amamantador (Chichihuacuauhco)

Las almas de los niños que mueren antes de tener uso de razón van al treceavo cielo, en un lugar inefable donde existe un árbol amamantador, y ahí se quedan hasta que tienen otra oportunidad de volver.

Se refiere, en este caso, a seres humanos que no tienen defectos psicológicos, pero que no están auto realizados, esperan un momento favorable para encarnar y trabajar en la gran obra del Padre. Algunas esencias, no sintiéndose capaces de vivir en estos momentos tan difíciles, esperarán una época de oro en la futura raza que existirá en la tierra y, de esa forma, van a tomar cuerpo físico para realizar el trabajo interior.

«La doctrina secreta de Anáhuac enseña que existen trece cielos, y afirma solemnemente que en el más alto de éstos viven las almas de los niños que fallecen antes de tener uso de razón. (Doctrina Secreta de Anáhuac. Samael Aun Weor)»

Al paraíso de Tláloc (Tlalocan)

Quienes morían ahogados o de enfermedades relacionadas con el agua, iban al “paraíso de Tláloc” (Tlalocan), obviamente esto no es literal, aquí se refieren los sabios de la antigüedad a la muerte de nuestros defectos psicológicos, pero con ayuda del agua. Esto sería imposible entenderlo si no tenemos las claves del trabajo para disolver los defectos psicológicos que nos entrega la gnosis y que, por supuesto, fueron entregados en su época de oro entre los aztecas.

En la muerte de nuestros defectos tiene mucho que ver la energía que nos trajo al tapete de la existencia; cuando uno abusa de esta fuerza, renacen los defectos que alguien pudo haber eliminado; y, si alguien la ahorra y transforma en energías sutiles, es posible la erradicación del Yo en forma más fácil.

Así, que cuando las crónicas antiguas nos hablan de morir ahogados, no se refieren a la muerte física, sino a la muerte del ego; indudablemente, quien desintegra sus defectos tiene pleno derecho a morar en las dimensiones superiores de la naturaleza.

El Paraíso de Tláloc (Tlalocan), [MNA, Foto: Ismael Moreno ICQ]

El Paraíso de Tláloc (Tlalocan), [MNA, Foto: Ismael Moreno ICQ]

También, se afirmaba que quienes morían por un rayo, igualmente, iban al paraíso de Tláloc. Desde luego, que tales palabras encierran nuevamente importantes elementos que se requieren en la destrucción de nuestros defectos; el rayo, en este caso, es el fuego sagrado, quien aprende a utilizarlo, a dirigirlo a un defecto previamente comprendido puede desintegrarlos mucho más rápido.

El rayo de Tláloc, es la misma “Serpiente de Fuego” (Xiucoatl) que empuñó “Colibrí Zurdo” (Huitzilopochtli) para derrocar a la lujuria, la de “Cascabeles en las mejillas” (Coyolxauqui); el rayo o los rayos son los mismos dardos con que Apolo hiriera a la serpiente Pitón y es el mismo dardo de Shiva (el espíritu santo de la India), con el que Rama (el héroe del Ramayana) matara a Ravana, el monstruo de mil cabezas que había secuestrado a su esposa Sita.

Es el mismo Kundalini de los orientales, la misma palabra nos indica el poder de este fuego sagrado o rayo de Tláloc, ya que “kunda” se refiere al abominable órgano Kundartiguador o fuego negativo de la pasión animal, y “lini”, en lenguaje de la Atlántida, es: fin.

Todo esto nos invita a pensar que, si uno alcanza la muerte del ego, gracias a este fuego sagrado o rayo, indudablemente, nos es posible ir al “paraíso de Tláloc” (Tlalocan) o mundos superiores de conciencia.

«Los que mueren ahogados entre las aguas tormentosas de los ríos o de los mares, o entre las ondas de los profundos lagos, o por el rayo, ingresan dichosos al paraíso de Tláloc que queda al sur, la región de la fertilidad y de la abundancia donde existen árboles frutales de toda clase y abunda el maíz, el frijol, la chía y muchísimos otros mantenimientos. Las espléndidas pinturas halladas en el Templo de Teotihuacan vienen a demostrarnos la firme creencia en el Tlalocan, el famoso paraíso de Tláloc. (Doctrina Secreta de Anáhuac. Samael Aun Weor)»

Se menciona por las tradiciones aztecas que si se muere de la forma explicada anteriormente se es escogido por Tláloc, pero se acostumbraba también al momento del entierro, colocar una rama seca, pues, si con el paso del tiempo tal rama reverdecía, era motivo de que había ingresado al “paraíso de Tláloc” (Tlalocan), pero también indicaba una nueva oportunidad de seguir la senda de la auto realización, de un nuevo retorno.

«Los aztecas colocaban una rama seca al enterrar al que había sido elegido por Tláloc, el dios de la lluvia. Se decía que al llegar el bienaventurado al "Campo de delicias", que es el Tlalocan, la rama seca reverdecía, indicando con esto el regreso a una nueva existencia, el retorno. (Doctrina Secreta de Anáhuac. Samael Aun Weor)»

Al “Lugar de muertos” (Mictlán)

Quienes no son escogidos por el Sol o Tláloc, se dirigen sencillamente al “Lugar de muertos” (Mictlán), con sus nueve dimensiones, que lejos de ser una alegoría, este lugar es una tremenda realidad; se nos asignan 108 existencias para Auto Realizarnos y si no lo logramos, es entonces que nuestra esencia ingresa a estas zonas sumergidas, con el fin de eliminar todos esos elementos groseros que creamos a lo largo de los siglos.

«Muy diferente es la suerte que aguarda a las almas que concluyen cualquier período de manifestación sin haberse liberado. Quienes no han sido elegidos por el Sol, o por Tláloc, -dicen los aztecas-, van simplemente al Mictlán y ahí esas almas padecen espantosas pruebas mágicas al pasar por los infiernos. (Doctrina Secreta de Anáhuac. Samael Aun Weor)»

Señor del inframundo (Mictlantecuhtli). [MTM]

Señor del inframundo (Mictlantecuhtli). [MTM]

Tiene que existir un alto infranqueable para el mal y este afortunadamente existe; aunque es interesante el hecho de que entre los aztecas era visto también como un lugar de pruebas, esto nos ofrece otra enseñanza, la posibilidad de eliminar el ego a voluntad, en la vida misma, aprovechando el gimnasio psicológico que nos da la vida y que sería el equivalente a ir pasando las pruebas que se narran por los aztecas en cada zona sumergida.

Primero: “Lugar de Perritos” (Izcuintlán) o “Lugar donde se cruza el río” (Apanohuaya)

En esta primera zona de prueba, había un gran río caudaloso y muy profundo, es extraordinaria la similitud con la mitología grecorromana, con el río donde Caronte nos exige una moneda para pasarnos.

Este río embravecido, sólo podía cruzarse con la ayuda de un perro (Xoloizcuintle). Si en vida habíamos tratado bien al perro, después de la muerte nos podría reconocer en este lugar y guiar, cargándonos en la espalda para atravesar el río. Ahora bien, el perro es nuestro instintito sexual, el mismo cancerbero de la mitología griega.

El “Lugar de perritos” (Izcuintlán) o el primer círculo dantesco de Dante Alighieri, en La Divina Comedia, con sus símbolos, nos dicen lo mismo, pues ahí van los que no han sido bautizados, símbolo de no haber trabajado con las aguas puras de vida, es decir, no hemos tratado bien al perro. Es el primer círculo dantesco o de la Luna.

Segundo: “Lugar donde los cerros chocan entre sí” (Tepectli Monamictlán).

De acuerdo con la enseñanza azteca, era el lugar donde los cerros chocaban entre sí, el desencarnado tenía que buscar el momento idóneo para cruzar sin ser herido. Es donde, de acuerdo con La Divina Comedia, van los fornicarios, o sea los pasionarios, lujuriosos, adúlteros, zona dantesca influida por Mercurio.

Tercero: “Cerro de navajas” (Iztépetl).

Esta tercera zona, era un cerro o montaña llena de filosas obsidianas (cuchillos ceremoniales), en donde había que tener muchísimo cuidado para no ser herido; por ello, solían enterrar a sus seres queridos con sandalias de piedra, para ayudarlos a pasar por esta zona sin ser heridos. Zona relacionada con Venus en su aspecto inferior, Dante Alighieri dice que allí van los glotones y borrachos.

Cuarto: “Lugar en el que sopla el viento de navajas” (Izteecayan).

Gran área con un frío insoportable y vientos muy fuertes. Círculo dantesco del Sol, donde van los que en vida han sido avaros y derrochadores. Los sufrimientos que se viven ahí son espantosos, nos dicen las leyendas aztecas que el viento frío es tan terrible que parecen navajas.

Quinto: “Lugar donde los cuerpos flotan como banderas” (Paniecatacoyan).

Una zona desértica y fría, los cadáveres perdían la gravedad y quedaban a merced del viento; relacionada con la parte antitética de Marte. A este lugar, van los orgullosos, irónicos y furiosos.

Sexto: “El lugar donde flechan” (Timiminaloayan)

Era un sendero con manos invisibles que acribillaban a los paseantes con sus puntiagudas saetas. Zona sumergida de Júpiter, donde van los que han sido malos padres, deplorables gobernantes y pésimos dirigentes espirituales.

La muerte con glifo de agua quemada. [MNA]

La muerte con glifo de agua quemada. [MNA]

Séptimo: “Lugar donde las fieras se alimentan de los corazones” (Teocoyocualloa).

Había un animal que se comía el corazón del individuo y después éste caía en un lago donde un caimán lo acosaba. Es donde van los violentos contra natura, contra Dios y contra el arte, parte infra dimensional de Saturno.

Octavo: “El camino de niebla que enceguece” (Izmictlan Apochcalolca).

Era un lugar con nueve ríos que la persona debía cruzar. Es donde van los mentirosos, los falsos alquimistas, falsificadores; zona infra dimensional de Urano.

Noveno: “Lugar de descanso” (Chicunamictla).

Lugar de descanso eterno donde se liberaba el alma (tonali), zona sumergida de Neptuno, donde se elimina totalmente el ego, para dar paso a la esencia a un nuevo ciclo evolutivo.