Libro: El Pentagrama Esotérico en la Gnosis

Capítulo 4. Símbolos dentro del Pentagrama Esotérico

El dios Mercurio, con su potente caduceo, presente en el interior del Pentagrama Esotérico. Foto: Parte superior de la antigua escuela de Bellas Artes de San Luis Potosí, S.L.P. México. Foto: José Armando Ortiz González (Gnosis ICQ).

El dios Mercurio, con su potente caduceo, presente en el interior del Pentagrama Esotérico. Foto: Parte superior de la antigua escuela de Bellas Artes de San Luis Potosí, S.L.P. México. Foto: José Armando Ortiz González (Gnosis ICQ).

Cada símbolo puesto en el Pentagrama Esotérico está sabiamente colocado para entregarnos una enseñanza de carácter superior. En el interior de la estrella, además de los símbolos de los siete planetas, nos encontramos con símbolos que representan enseñanzas prácticas para lograr el auto conocimiento o auto gnosis.

Los ojos del padre

Los ojos del padre

En la punta superior del Pentagrama Esotérico, debajo del símbolo de Júpiter, podemos encontrar dos ojos abiertos, representándonos al Padre que está en Secreto; la chispa inmortal y divina de todo ser humano.

Tonatiuh el dios Sol en el centro de la Piedra del Sol. Dibujo por Rubén Soto Orozco.

Tonatiuh el dios Sol en el centro de la Piedra del Sol. Dibujo por Rubén Soto Orozco.

Es interesante darnos cuenta de que, en la Piedra del Sol, comúnmente llamado Calendario Azteca, ella tiene en su centro al dios Sol “Tonatiuh” (el que calienta o ilumina) de igual forma que en el Pentagrama y con los ojos en ese sentido de observación; indicando que nada se le escapa al Padre interior, ya que cada acción, sentimiento y pensamiento lo sabe el Ser.

En ocasiones realizamos alguna buena obra por alguien sin ningún interés, más que el de servir al prójimo y a veces nadie se da cuenta de lo que hemos hecho, e inclusive alguien más presume de lo que nosotros hicimos y nos sentimos defraudados, sin darnos cuenta de que el Padre que está en secreto sí lo ha observado y con eso nos debería ser suficiente.

En otros casos, hacemos lo contario: mentimos, robamos, estafamos, etc., al parecer nadie se dio cuenta, sin embargo, ante los ojos del Padre, nada se esconde y tarde o temprano pagaremos esa afrenta cosechando lo que hemos sembrado.

El que se encuentre junto al símbolo de Júpiter, el padre de todos los dioses de la mitología, le da un increíble poder; alejando cualquier fuerza tenebrosa que pueda perjudicarnos a nosotros y a nuestro hogar.

Símbolo de Júpiter.

Símbolo de Júpiter.

Los ojos del Padre aparecen en la parte superior del Pentagrama Esotérico, ya que no hay algo más elevado en la creación que el Padre que está en Secreto; de él salimos y a él debemos llegar. Los ojos, además, nos indican la sabiduría interminable que posee, mostrándonos que él puede resolvernos cualquier duda que tengamos. Cuando nos sintamos confundidos, cuando no sepamos qué hacer, lo más adecuado es sumergirnos en meditación, y dejando la mente en silencio, preguntarle las dudas que tengamos para luego dejar todo en las manos del Padre, ya que él todo lo sabe.

Arcano uno del Tarot.

Arcano uno del Tarot.

Si observamos con atención el arcano número uno del tarot egipcio, nos encontraremos el mismo símbolo en la parte superior del arcano o región del espíritu; otra vez los mismos ojos del padre siempre vigilante. El arcano número uno del tarot corresponde a Keter del árbol de la vida cabalístico; representando, precisamente, el Padre interno.

El Caduceo de Mercurio

El Caduceo de Mercurio

El planeta Mercurio está relacionado con la sabiduría y la medicina, por su cercanía al Sol en la mitología se le ha llamado el nuncio o ministro del Sol; como divinidad tiene el símbolo especial del caduceo, palabra que quiere decir heraldo; una de sus tareas es llevar mensajes a todos los dioses.

En la mitología griega encontramos que el caduceo se lo entregó Apolo (el dios del Sol). A su vez, el dios Mercurio le obsequió la famosa lira de 7 cuerdas; símbolo del poder que tiene el sonido y la música.

Dante, en la Divina Comedia, describe al dios Mercurio sacando del Orco a las almas perdidas con su poderoso caduceo; esto nos invita a la reflexión, pues sólo el sabio uso del mercurio de la filosofía secreta (la energía creadora transmutada) nos posibilita salir del abismo en que nos encontramos.

La mitología nos dice de muchas otras facultades que posee el caduceo de Mercurio; y que, al empatado con el trabajo de transmutar nuestras energías, entendemos lo que podemos lograr si realizamos las enseñanzas que nos da el caduceo en nuestra propia naturaleza.

El Caduceo de Mercurio es un símbolo que con asombro encontramos en varias culturas alrededor del mundo, y esto es posible ya que representa un aspecto desconocido del ser humano, aun para la ciencia moderna; nos referimos a la anatomía oculta, sólo perceptible con las facultades superiores del alma, pero que nuestros antepasados, en su época de esplendor lograron descubrirlo, ya que tenían esas facultades desarrolladas, y esa es la razón del porqué lo encontramos con algunas variantes en distintas culturas.

Como ejemplo, tenemos la serpiente de bronce que Moisés colocó por orden de Jehová sobre un báculo para sanar a los israelitas en el desierto y la serpiente en la vara del dios de la medicina y curación romano Esculapio.

El bastón

Personaje importante olmeca con el báculo de poder. La Venta Tabasco, México.

Personaje importante olmeca con el báculo de poder. La Venta Tabasco, México.

En variadas representaciones, de los grandes maestros del pasado, los vemos con un báculo, una vara o bastón como emblema de poder; sin embargo, no se trata del poder sobre los demás, sino sobre sí mismos.

En los faraones egipcios vemos un báculo junto a un látigo (símbolo de la voluntad). Moisés nos enseñó a levantar la serpiente sobre la vara; Tláloc, el dios de la lluvia, tiene un rayo-serpiente en su mano. Son muchas las tradiciones antiguas en el mundo en donde el poder de un gobierno se entrega a través de una vara o báculo.

¿Pero, en sí qué representa el báculo? Representa la columna vertebral, y es ahí donde se enroscan los dos cordones por donde se transmuta la energía creadora; es ahí, y no en otro lugar, donde se indica el avance espiritual de un estudiante del camino secreto.

“La Iniciación es tu misma vida. Si quieres la iniciación escríbela sobre una vara. El que tenga entendimiento que entienda, porque aquí hay sabiduría”. (Samael Aun Weor. Matrimonio Perfecto).

Dos serpientes

Mujer diosa (muerta en el parto) con dos serpientes anudadas en la cintura. Museo de Antropología de Xalapa.

Mujer diosa (muerta en el parto) con dos serpientes anudadas en la cintura. Museo de Antropología de Xalapa.

Destacan en el caduceo de mercurio dos serpientes enroscadas, tal como las que podemos observar en un sinnúmero de piezas arqueológicas; como la Piedra del Sol, las mujeres diosas del México antiguo y los altares-trono de Cholula, Puebla.

Un día, el dios Mercurio andando en el monte Citerón encontró dos serpientes peleando, y tratando de separarlas con su vara (el caduceo), ambas se entrelazaron quedando frente a frente sin hacerse daño.

Es interesante encontrarnos en este símbolo al binario serpentino, estudiado en las culturas de Mesoamérica, y simbolizando los dos fuegos posibles: El positivo de la Madre Divina y su antítesis el fuego negativo que es el origen del Yo.

Idá, Pingalá y Sushumná

Idá, Pingalá y Sushumná

Sin embargo, es interesante que tengamos también aquí un diagrama de la anatomía oculta muy importante, ya que el ser humano tiene un sistema de canales tetradimensionales (de la cuarta dimensión) a través de los cuales es posible transformar la energía creadora y llevarla al cerebro para potencializarlo, y aún más, llevar esa energía transformada hasta la conciencia para impulsarla a despertar.

Estas serpientes, tal como figuran en el caduceo de mercurio, así como en la máscara del dios de la lluvia (Tláloc), así se encuentran en la anatomía oculta del ser humano. Parten de las gónadas sexuales y se enroscan a lo largo de la médula espinal, haciendo el símbolo sagrado del Santo ocho o infinito llegando a la cabeza.

Estos dos canales, por donde es posible transmutar la energía creadora, son los mismos dos testigos que habla el Apocalipsis de San Juan: “Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra” (Apocalipsis 11:4).

Cuerpo de serpiente enroscado a manera de ocho, como en el caduceo. Escalinata de Chichén Itzá, México.

Cuerpo de serpiente enroscado a manera de ocho, como en el caduceo. Escalinata de Chichén Itzá, México.

Las serpientes del caduceo de Mercurio representan estos dos cordones o canales que en la India se les llaman: Idá y Pingalá. Es interesante saber que la energía sexual se bipolariza en átomos solares y átomos lunares. Cuando esta energía es transmutada, los átomos solares de la energía sexual ascienden por el cordón de Pingalá y los átomos lunares por el cordón llamado idá.

El escuchar con infinita devoción las maravillosas composiciones musicales de Beethoven, Mozart, Wagner, etc.; realizar caminatas en el bosque; el amor al verdadero arte; el buen uso de la palabra; y llevar a cabo ejercicios especiales de transmutación enseñados en las escuelas gnósticas, todo ello nos permite realizar ese milagro de ascender esas energías por los dos conductos simbolizados por las dos serpientes del caduceo.

Las alas del caduceo

Alas de un ángel, símbolo de la espiritualidad y del elemento aire. Catedral de San Luis Potosí, S.L.P.

Alas de un ángel, símbolo de la espiritualidad y del elemento aire. Catedral de San Luis Potosí, S.L.P.

Las alas del caduceo nos enseñan la capacidad de poder transmutar la energía que nos trajo al tapete de la existencia, y al mismo tiempo nos indican la necesidad de una espiritualidad para lograrlo; de inundar nuestra vida con verdadera mística trascendental.

La oración, cuando se combina con la meditación, tiene la capacidad de poner en actividad el caduceo de Mercurio en nuestro interior, es decir, que nuestro mercurio filosófico o agua pura de vida ascienda hacia adentro y hacia arriba. Parece imposible que se pueda conciliar lo sexual con lo místico, sin embargo, así lo enseñan las escuelas tántricas del Tíbet, los templos milenarios de la India y las preciosas estelas mayas.

Estas alas del espíritu en el caduceo nos enseñan que, si la divinidad nos creó a través de las fuerzas sexuales, no tenemos por qué manchar con nuestra morbosidad algo que debería ser sagrado. Aunque parezca ya fuera de lugar en esta época decadente, estas alas nos hablan acerca del respeto al matrimonio, el ser fieles, alejarnos de la promiscuidad, de los abusos, del libertinaje; de encontrar en la pareja el camino interior, de darnos cuenta de que nuestro cónyuge es como un poema de las Mil y una Noche.

En la Flauta Mágica de Mozart, estas alas podrían estar bien representadas en ese himno dedicado al hombre y a la mujer: “A los hombres que sienten el amor nunca les falta un buen corazón. Compartir los dulces impulsos es el primer deber de las mujeres. Alegrémonos del amor, únicamente por él vivimos. El amor endulza todas las penas; todas las criaturas lo alaban. Él da sabor a nuestros días, actúa en el ciclo de la Naturaleza. Su excelsa finalidad es bien clara, no hay nada más noble que una mujer y un hombre. El hombre y la mujer, la mujer y el hombre alcanzan la esfera de la divinidad”.

También las alas del caduceo de Mercurio nos enseñan la capacidad que tiene la energía sexual trasmutada para el despertar de la conciencia y salir conscientemente en cuerpo astral para investigar las grandes realidades del alma, del espíritu, de la vida y de la muerte.

«Estas dos alas del Caduceo de Mercurio significan el poder viajar en cuerpo astral, el poder para viajar en cuerpo mental, el poder para viajar en los vehículos causal, conscientivo y espiritual». (Samael Aun Weor. Matrimonio Perfecto).

Las alas del caduceo nos revelan grandes enseñanzas, y también simbolizan el ascenso del fuego sagrado una vez que se ha logrado despertar a través de la magia del amor a lo largo del canal medular (el bastón del caduceo); despertando a medida que asciende por los principales chakras del ser humano, que hasta ahora han estado en estado latente, esperando ser activados para darnos las auténticas capacidades perdidas.

Columna salomónica. Iglesia del Carmen, San Luis Potosí, México. Adorno serpentino con 3 ½ vueltas (Kundalini) y 7 frutos (los chakras).

Columna salomónica. Iglesia del Carmen, San Luis Potosí, México. Adorno serpentino con 3 ½ vueltas (Kundalini) y 7 frutos (los chakras).

«El Caduceo de Mercurio representa la espina dorsal y las dos alas el ascenso del fuego sagrado a lo largo de la espina dorsal, abriendo las 7 iglesias del Apocalipsis de San Juan (los 7 chakras)». (Samael Aun Weor. Tarot y Cábala).

El espejo

Espejo de obsidiana circular como parte del dios “Espejo Humeante” (Tezcatlipoca), igual que en el caduceo de Mercurio. Museo de Antropología de Puebla, México.

Espejo de obsidiana circular como parte del dios “Espejo Humeante” (Tezcatlipoca), igual que en el caduceo de Mercurio. Museo de Antropología de Puebla, México.

El círculo-espejo que se encuentra en la parte superior del caduceo simboliza el cerebro. Es ahí donde llega la energía transmutada en su primera etapa; para regenerar al cerebro y darle toda la potencialidad que debería tener.

También nos representa el espejo, es decir, la urgente necesidad de vernos a sí mismos y de lograr el auto conocimiento. Y puede parecer mentira, pero lo que desconocemos de sí mismos es todo un océano; muchas virtudes que creemos tener, resulta que ni siquiera en lo más mínimo tenemos; muchos defectos psicológicos que suponemos no tener, resulta que están fortalecidos al extremo.

Es un gran milagro el poder transmutar la energía creadora, pero no es tan fácil, ya que la desperdiciamos no solo con los abusos sexuales, sino también con las preocupaciones, las explosiones de ira, el estrés en que solemos estar, la envidia, la auto consideración, vivir en los recuerdos, etc.

Por lo que este espejo nos está llamando al ahorro de estas energías o materia prima de la Gran Obra; desarrollando un sentido hasta ahora olvidado, nos referimos al sentido de la auto observación psicológica. Cuando logramos activar este sentido, en consecuencia, nos vemos a sí mismos en nuestro universo interior, y lanzando luz a esas tinieblas psicológicas ahorramos energía y es entonces que podemos transformarla.

El santo ocho

Dos aves acompañando al santo ocho, cuyas alas parecen salir también del símbolo como en el caduceo. Iglesia de Aguascalientes, México.

Dos aves acompañando al santo ocho, cuyas alas parecen salir también del símbolo como en el caduceo. Iglesia de Aguascalientes, México.

El santo ocho se forma en los dos cordones (serpientes) que ascienden desde las gónadas hasta el cerebro (el espejo), y se enroscan a lo largo de la columna espinal (el báculo); gracias a la espiritualidad real (las alas) ganada por el estudiante gnóstico sincero.

En el Tíbet hay una orden secreta, la Orden Sagrada del Tíbet, hoy sólo accesible en la cuarta dimensión, que tiene miles de años de estar establecida, de la cual han salido grandes iniciados.

Tienen como símbolo sagrado el santo ocho, y refiriéndose a este, tienen un axioma muy peculiar: “nada se resiste a nuestro poder”.

Cuando se logra el milagro de poder transmutar la energía creadora, es posible hacer todos los milagros que realizaba el dios Mercurio con su caduceo: podía sujetar vientos (controlar los pensamientos), disipar nubes (disolver problemas), transformar en oro lo que tocaba (crear los cuerpos solares o cuerpos existenciales del Ser) y transformar tinieblas en luz (eliminar el ego para que brote la luz de la esencia).

El Alfa y el Omega

El Alfa y el Omega

Debajo de los ojos del Padre y del símbolo de Júpiter, nos encontramos con el símbolo de la primera letra del alfabeto griego: Alfa. Debajo del caduceo de Mercurio, nos encontraremos con la última letra de ese mismo alfabeto: Omega; en forma invertida a manera de vientre donde se gesta la vida.

Existe un principio o raíz de todo lo existente, pero sin raíz; en la cábala se le denomina el Sagrado Sol Absoluto, lo que conocemos como Dios, pero el Dios desconocido, el “Agnostos Theos” griego no manifestado. De ahí todo sale y ahí todo vuelve; es el principio y el fin de todo lo existente, por ello se le representa con la primera y última letra del alfabeto griego: el Alfa y el Omega.

“Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso”. (Apocalipsis 1:8).

Los mundos, sistemas solares, galaxias y el universo mismo tiene su raíz en aquello que no tiene nombre, ni límites, desconocido completamente para la razón. El Alfa y el Omega macro cósmico es la divinidad que Moisés prohibió cincelar, pintar o burilar, ya que es imposible darle alguna forma, definición o sentido alguno.

Asombrosamente, tenemos nuestro propio Alfa y Omega, una partícula infinitamente pequeña de la divinidad misma; nos referimos al Anciano de los Días, al Cristo íntimo y al Espíritu Santo que cada ser humano posee.

"Yo soy el Alfa y Omega, principio y fin, el primero y el último. Bienaventurados los que guardan sus mandamientos, para que su potencia sea en el árbol de la vida, y entren por las puertas en la ciudad" (Apocalipsis 22 13-14).

Tanto la divinidad no conocida y no manifiesta, como esa partícula divina que el ser humano debe encarnar, nos llaman a trabajar sobre sí mismos para regresar y fundirnos como la gota que se hunde en el océano y se pierde en él.

Para lograrlo hay que cumplir con los mandamientos descritos tanto por Moisés como en las enseñanzas cabalísticas, ya que son los mismos; cada mandamiento es el conocimiento de un arcano numérico. El arcano uno, por ejemplo, es el Real Ser, la verdad, la mónada divina, el Anciano de los días, y el mandamiento uno nos indica que debemos acercarnos a eso que no tiene nombre, ni orillas jamás.

El Árbol de la Vida son las distintas partes del Ser, que se han desdoblado para auxiliarnos en nuestro camino interior. Al cumplir con los mandamientos, le damos fuerza al Árbol de la Vida para que a su vez nos conduzca firmemente por la senda espiritual.

«Revélanos lo oculto. Cada sinfonía deliciosa del cosmos inefable, cada nota, cada melodía escondida tiernamente entre el encanto purísimo de las fragantes rosas exquisitas de los jardines del nirvana, es la viva encarnación de tu palabra». (Samael Aun Weor. El Mensaje de Acuario).

El Alfa y Omega en San Francisco, Acatepec, Puebla.

El Alfa y Omega en San Francisco, Acatepec, Puebla.

 


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4 Símbolos dentro del pentagrama

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